ACIS y GALATEA

Nacemos llorando y también acuden lágrimas a nuestros ojos cuando experimentamos una gran alegría. En ambos casos significa que estamos vivos y que todas las oportunidades se hallan a nuestro alcance. A lo largo de la vida pasamos por momentos difíciles, pero depende de nosotros transformarlos en sabiduría o en amargura. De eso se trata esta pintura de Nix en tiempos de pandemia. La transmutación de las situaciones de infortunio en posibilidad de vida. 

“La resiliencia es la capacidad del ser humano
para superar el trauma”
Boris Cyrulnik


El Arte en tiempos de Pandemia, nos ha permitido soñar, imaginar y crear. Ha sido refugio, liberación, reflexión, nos transporta, envuelve, atrapa y nos ayuda a transitar desde otro lugar la dolorosa realidad de la desdicha, la muerte y la desgracia.

Esta obra reciente de Nix parece expresarnos, a través de elementos fragmentarios, que el espectador esté atento mientras estimula su imaginación a través de colores suaves que producen especiales reacciones y estados de ánimo cuando lo contemplan. Esto provoca sensación de cercanía. Son colores vitales, alegres y activos.

Una vez más, sus obras obligan a una mirada penetrante para intentar dilucidar las pautas cromáticas dispares, ficcionales y subjetivas que el artista entrelaza a través de una composición de tipo calidoscópica, donde la perspectiva, como la escala de proporciones, no tienen razón de ser. 

Nix sigue desarrollando gradualmente una "Teogonía Plástica" que se destaca su esperanza en el cambio y la transformación de las situaciones. En sus pinturas se puede encontrar la complejidad de lo sutil, lo latente y lo no dicho. También nos invita a "escuchar" sus cuadros invitándonos a una experiencia sinestésica.

El mito

Galatea, la dulce Galatea, era hija de Nereo (hijo de Ponto y Gea) y una ninfa marina de gran belleza. Así, heredando la hermosura de su madre, Galatea se presentaba como una joven virtuosa, con una tez blanca y muchísimo encanto. Vivía en el mar calmo y era el objeto de deseo de Polifemo, el cíclope.

Polifemo era todo lo contrario a Galatea, bruto, monstruoso y gigantesco. Hijo de Poseidón y de la ninfa Toosa, estaba enfermizamente enamorado de Galatea, pero ella, como era de esperar, no le correspondía. El corazón de esta dulce doncella había sido arrebatado por un hermoso joven, Acis, que era a su vez hijo del dios Pan y otra ninfa. Este amor sí era correspondido. Así pues, los jóvenes amantes se veían en muchas ocasiones furtivamente.

En una ocasión, mientras ambos descansaban a orillas del mar, Polifemo los descubrió. El cíclope acudía como siempre para observar a su querida Galatea, pero lo cierto es que al llegar encontró una escena que no le gustó demasiado. Acis, asustado, intentó escapar. No obstante, el enfado del cíclope era descomunal, tan grande como su fuerza pues con muy poco esfuerzo lanzó una roca de lo más pesada encima del joven aplastándolo y matándolo.

Galatea chilló desesperada, corrió hacia su amado llorando. Intentó por todos los medios salvarlo, pero nada pudo hacer, Acis había sido completamente aplastado por la pesada roca y su vida se desvanecía entre los sollozos de su amada. La única salida era llorar y suplicar a los dioses. Así, los piadosos dioses convirtieron la sangre que manaba de Acis junto a las desconsoladas lágrimas de Galatea en un caudaloso río, siendo esta la única forma de estar eternamente junto a su amor.

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