En este día tan especial para Nix Ruo, que se celebran los 40 años de la gesta de las Islas Malvinas, porque transitó esa extraña guerra cumpliendo el servicio militar obligatorio bajo el gobierno de la última dictadura militar que en ese entonces la ley Argentina le exigía a los varones de 18 años. Si bien el permaneció fuera de la zona del conflico, vivenció diversas cuestiones que jamás olvidará. A modo de catarsis espontánea desarrolló esta pintura que acertadamente bautizó con el nombre de Anteo.
Acrílico sobre madera 070 x 0,70 cm
Nix dice que es una pintura para "mirar de lejos" como sucede con lo de Malvinas. Hijo de Poseidón y de Gaia, Anteo se paraba en un camino y desafiaba a quien pasara, matando a muchos desprevenidos. Era inmortal siempre que estuviera tocando la tierra, debido a los poderes de su madre. Solía juntar calaveras para hacer un mausoleo a su padre.
Este es uno de los ejes de su "Teogonía Plástica", contar historias. Nix lo adopta, lo comprende y lo catapulta visualmente cada vez que su espátula empuja colores específicamente seleccionados. Su enfoque pretende redescubrir algo del misticismo junto con los aspectos retóricos de asociaciones libres espontáneas del lo inconsciente donde no hay palabras para explicar los sentimientos. La pintura es un método de expresión dinámico y emocional para él.
Un día Hércules pasaba por ahí. Anteo lo desafió a un combate de lucha libre. No importa cuántas veces Hércules arrojó a Anteo y lo arrojó al suelo, no sirvió de nada. En todo caso, el gigante parecía rejuvenecido por el encuentro. Sin embargo, Hércules finalmente se dio cuenta de que Gaia, la Tierra, la madre de Anteo, era la fuente de su fuerza, por lo que Hércules mantuvo al gigante en alto hasta que todo su poder se agotó.
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