Aquí no existe mímesis alguna. La fenomenología de la imagen pictórica llevada a cabo por Nix Ruo rehace las nociones de “admiración”, “detención de la mirada” o “mostración de lo invisto” cumplen, en este sentido, la función de poner de manifiesto cómo cada cuadro logra mostrarse como un elemento visible en cuyo interior tiene lugar el acontecimiento de la apoteosis absoluta de la visión.
por Cristian López Estrada
"Retroprogresión" ha generado un exceso de visibilidad provocado por la refulgencia propia de sus paletas de colores, la gran cantidad de material aplicado y los trazos visibles de las espátulas utilizadas.
Los grandes formatos de los lienzos, la disposición de los cuadros y el propio espacio del viejo taller industrial convertido en galería de arte configura finalmente un espectáculo visible jamás anteriormente visto. Provoca en los visitantes una «aventura de la metafísica de la presencia» que es completada con la virtud coral que se hizo presente.
La profusa colección estética entrega y ofrece a la mirada no un ente, sino fundamentalmente un efecto. Es merced a la reducción del fenómeno visible a la pura donación donde no se da ya nada puramente óntico que ver, como acaece esa particular “invisibilidad del cuadro” característica del efecto pictórico.
“Ad-mirar” supone un modo peculiar de orientar la mirada, un tipo particular de visión. La mirada no tiene aquí, propiamente hablando, nada que ver, pero, de manera sorprendentemente paradójica, “ve más” y de modo más intenso que cuando se orienta hacia donde supuestamente sí lo hay.
Tal grado supremo de la mirada implica un cuestionamiento “estético” de las teorías metafísicas acerca del fenómeno artístico, a la vez que un desarrollo de las iniciales posiciones husserlianas en referencia a la constitución del objeto fenoménicamente dado.
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