LA ESPERANZA DE PANDORA

Jarra o ánfora, el recipiente de Pandora es metáfora de límites infranqueables: frontera entre orden y caos, inocencia y conocimiento, paraíso perdido y realidad sin retorno —Zeus la diseñó como bomba psicológica, objeto sellado con mandato prohibido, evocando manzana edénica o botón rojo, simbolizando nuestra ambivalencia con lo vedado. Hesíodo narra en "Teogonía" su dimensión cosmogónica —Pandora encajando en el esquema universal—, y en "Trabajos y Días" un tono moralista para lecciones cotidianas; estas variaciones no son errores, sino mito vivo adaptable, sin versión canónica, reinterpretado por cada narrador según su audiencia y época, permitiendo su vigencia tras tres milenios. Nix Ruo emula esta flexibilidad en su obra —tercera entrega "Pandora"—, con cajas abiertas simbólicas en grandes lienzos que nos interpelan.
La Esperanza de Pandora
Acrílico sobre lienzo 120 x 120 cm
Al levantar la tapa, Pandora desató siete males —guerra, enfermedad, sufrimiento, locura, vicio, pasión desbocada, tristeza—, reteniendo esperanza entrelazada con males, revelando visión griega refinada: bien y mal inseparables, sin felicidad sin riesgo de sufrimiento. La máxima délfica "γνῶθι σεαυτόν" (gnóthi seautón) resuena: cada ser humano es una caja pandórica personal, liberando sombras pero reteniendo resiliencia, Ruo aborda esto en pinceladas que funcionan como ecos rothkianos ("el color es materia prima de la emoción") con trazos negros picassianos ("yo no busco, yo encuentro")—, reinterpretando mito desde "aquí y ahora".
Esperanza Activa en Crisis Contemporáneas

En mundo abrumado por males modernos —guerras cibernéticas, pandemias, pasiones algorítmicas—, esperanza pandórica trasciende ilusión: fuerza activa motivando avances científicos (vacunas, biotecnología) y tecnológicos (IA ética, espacio), brillando post-catástrofe como curiosidad positiva. Ruo, como Hesíodo adaptando mitos, propone esperanza relacional : lienzos generan sinestesia cromática-emocional, domando rojos pasionales con celestes trascendentes, urgiendo repartir esa llama para futuros prósperos donde curiosidad introspectiva —viva y maleable— forja trascendencia colectiva ante fragmentación.

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